Vos y tu séquito de secuaces -mercaderes de la historia- han llegado, en el súmmum del delirio por probar lo que no pueden, a violentar las más elementales normas de la convivencia dentro del mundo de la informática.
Es así como, sin el menor escrúpulo y sin autorización,
ingresan como hordas salvajes en cuentas ajenas para desparramar su nauseabunda
retórica, colmada de agravios, mentiras y sinrazones. No importa, para ello, si
involucran a personas cuyos pensamientos y principios se encuentran en las antípodas
de los vuestros. Para ustedes, el fin justifica los medios. Está claro que tal
esfuerzo por difundir vuestro discurso debe tener una razón importante. No
conozco antecedentes de investigadores y/o historiadores que hayan demostrado
apasionamiento semejante ni siquiera en algún personaje relevante de la
historia como podrían ser, por ejemplo, los próceres de la patria. Desconozco
las razones que los impulsan a estas actitudes descomedidas. Pero lo que sí
conozco es que aún se recuerda tu conferencia pronunciada en la Academia
Porteña del Lunfardo el 10 de junio de 2006 en el que afirmaste que "[...
tanto Avlis como Bayardo fracasaron en documentar la posible veracidad de la
historia de Tacuarembó ..."], tal como hace pocos días lo recordaba el
forista José Pedro Fernándes en la mesa de Todo Tango.
http://www.todotango.com/spanish/la_pasion/lamesa_respuestas.aspx?pid=797435
La que ha decidido no fracasar fuiste vos. Por tal razón es
que en algún momento quedaste tan convencida y fascinada por esta historia, que
te convertiste en los últimos años en su principal difusora y sin escatimar
medios, como queda dicho al principio de esta carta. Pero era obvio que tanta
enjundia merecía su premio. En diciembre de 2009 fuiste distinguida en
Tacuarembó con el “Gardel de oro” por tus aportes a la investigación sobre la
nacionalidad de Carlos Gardel; tal como puede apreciarse en la siguiente nota:
http://www.agesor.com.uy/noticia.php?id=1294
Justicia para quien dedicó y dedica tantas horas a propagar
esta novela que necesitó de varios remiendos en los lugares por donde hacía
agua para intentar hacerla un poco más atractiva.
No conforme con invadir la privacidad ajena, creaste un
grupo en esta red social para que vos y tus adláteres se recrearan con historias
imaginarias y se autosatisficiesen. Ante tan tentadora oferta, proliferaron
como hongos después de la lluvia, “eruditos” en el tema como el “experto en
biología” Eduardo Cuitiño o el omnisciente Marcelo Martínez, que tanto sabe de
jurisprudencia cuanto de otros temas, como la discografía de Gardel o los códigos
secretos de la correspondencia privada del cantor o cualquier otro asunto: él
conoce todo, lo llamativo es que se maneja con la soberbia propia del
ignorante, que no se condice con la humildad que caracteriza a los auténticos
sabios como él.
Para finalizar, hemos podido comprobar que a este grupo lo
administrás con verdadera mano de hierro. Es así como has devenido en rígida
censora de aquellos pensamientos críticos a tu posición; además de, como
corresponde, no permitir expresiones agraviantes hacia los miembros del mismo. Una
pena que no apliques el mismo rigor hacia quienes denigran la memoria de doña
Berta Gardes, madre de quien ustedes dicen exaltar, acción agravada por el
hecho que ya no se puede defender, lo que constituye una inmoralidad
inaceptable e imperdonable.