Eugenio Cárdenas pertenece a ese núcleo de notables poetas que en mucho han contribuido a la historia del tango y sin embargo no son valorados en su justa dimensión.
Se llamaba Acencio Eugenio Rodríguez y nació en Carmen de Areco, provincia de Buenos Aires, el 6 de septiembre de 1891, eligiendo para firmar sus obras su segundo nombre y su apellido materno.
A la edad de catorce años comenzó a escribir sus primeros versos, pero recién diez años después sus poesías fueron publicadas por vez primera.
En 1919, ya radicado en la ciudad de Buenos Aires, ejecutaba la guitarra en el centro tradicionalista "Gloria, patria y tradición", que se encontraba en la calle Brasil Nº 2370, bajo la dirección de Antonio Martín. Fue, incluso, profesor de dicho instrumento, actividad que lo ayudaba a ganarse el sustento por entonces y en 1920 comenzó a escribir de manera regular y de forma profesional.
En el citado centro gauchesco conoció a Guillermo Barbieri, con quien estrecharía fraterna amistad y quien lo vinculó a Carlos Gardel.
Fue uno de los poetas favoritos del máximo cantor, quien le grabó en discos 29 temas, amén de otros que interpretaba en sus actuaciones y no registró en la cera.
En 1924, a la edad de 32 años, residiendo en la calle Sarandí Nº 836, contrajo enlace con Genoveva Sánchez, con quien no tuvo hijos.
Al año siguiente, ya definitivamente consolidado como poeta, Gardel le grabó seis temas: el estilo "Salve patria" (con música de Guillermo Barbieri); los tangos "Por el llano" y "Ave cantora" (con Rafael Rossi); el tango "Soñando" (musicalizado por "Paquita" Bernardo); el tango "Trapito" (con los hermanos José y Luis Servidio) y el tango "Flor de cardo" (compuesto en colaboración con el guitarrista Miguel Correa).
El máximo cantor sentía un aprecio especial por Cárdenas y fue el principal intérprete de sus obras.
Incluso, Gardel y Razzano fueron coautores con él del tango "Ave sin rumbo". aunque no figurase en la partitura el nombre del poeta.
Partitura del tango "Ave sin rumbo"
En el año 1926, Ignacio Corsini comenzó a grabar sus temas. Los dos primeros fueron los tangos "Lamento criollo" y "Si la ven por estos pagos", ambos con música de Rafael Rossi.
Éste y Guillermo Barbieri fueron sus principales colaboradores.
Con Rossi compuso los tangos "Ave cantora"; "Por el llano"; "La milonga"; "Lamento criollo"; "Si la ven por estos pagos"; "Perdonada"; el vals "Rosas de abril"; los tangos "Fiesta criolla"; "Al caer la tarde"; "Al pie de tu reja"; "Senda florida"; "En tu florido balcón"; "En la cruz del yugo"; la ranchera "Negrita, querés café?"
Con Barbieri dio a conocer el estilo "Salve, patria"; el shimmy "Qué lindo es el shimmy"; los tangos "Guaminí"; "Besos que matan"; "Tierra hermana"; "Barrio viejo"; "Lunático"; "¿Será posible?"; "Tiempos felices"; "Trovas galanas"; el vals "Alicia"; el fox-trot "Divina mujer"; la ranchera "La estancia de don Ramiro".
También compuso con otros guitarristas de Gardel:
Con José María Aguilar, los valses "Mala suerte" y "Del pasado".
Con José María Aguilar, los valses "Mala suerte" y "Del pasado".
Con Ángel Domingo Riverol, la ranchera "Mañanita de campo" y los tangos "Con la cruz a cuestas" y "Falsas promesas".
Con Domingo Julio Vivas, la ranchera "Estoy penando".
Con Domingo Julio Vivas, la ranchera "Estoy penando".
Con Enrique Maciel (guitarrista de Corsini), el vals "Ansias sublimes".
Asimismo, colaboró con otros grandes músicos de nuestro tango. Una lista resumida se podría formar con "Alma de mujer", vals (con Virgilio Carmona); "Soledad", vals (con Héctor Baldi); "Vieja milonga", tango y "Las margaritas", zamba (con Samuel Castriota); "Sueños", tango (con Ciriaco Ortiz); "Te fuiste hermano", tango (con Alberto Tavarozzi); "Allá en el sur", tango (con José Böhr); "Trapito", tango (con los hermanos José y Luis Servidio); "Meditando", tango (con Hugo L'Eveque); "El morito", tango (con Oscar Roma); "Una lágrima", tango (con Nicolás Verona); "Horas tristes", tango (con Vicente Spina); "Los arrieros", vals (con Agustín Magaldi y Pedro Noda); "El pibe", tango (con José Domingo Pécora); "Vida rea", tango (con Nicolás Vaccaro); "Tu mirada", tango (con José Rosito); "Sonrisas", shimmy (con Esteban González); "Obrerita", tango (con Adrián Russo); "Vida amarga", tango (con Pascual Mazzeo); entre muchas otras, puesto que su obra autoral supera las 500 composiciones.
Escribió letras para tres tangos instrumentales de Juan Maglio "Pacho": "Ando pato"; "Sábado inglés" y "Queja gaucha" y una más para el tango-milonga de José Luis Padula: "9 de julio".
Colaboró, entre otras, con las revistas "Fray Mocho"; "P. B. T."; "El alma argentina"; "El alma que canta" y "Clarinada".
Eugenio Cárdenas
Eugenio Cárdenas falleció en Buenos Aires el 1 de enero de 1952 y sus últimos momentos los relató el poeta Leopoldo Díaz Vélez, quien había ido a verlo ese mismo día.
Esta narración fue recogida y publicada por el historiador Eduardo Visconti en la revista "Tango y lunfardo".
"Junto con Cáceres, un compañero de trabajo en la dirección administrativa del Correo Central, fuimos esa tarde alrededor de las 14 horas al Hospital de Clínicas con entrada por la calle Paraguay. Cáceres tenía amistad con Cárdenas desde hacía años por ser vecinos del barrio y como lo iba a visitar ese día y yo quería conocerlo, tuve allí la oportunidad.
Apenas llegamos a la sala del primer piso donde estaba internado Cárdenas y de haber sido presentados por Cáceres y compartido una breve conversación con él, fuimos interrumpidos por una monja. La religiosa volvía reiteradamente a invitar a Cárdenas para concurrir a una misa en la capilla del hospital en la planta baja.
Cárdenas vestía un traje claro y tenía el pelo canoso y cara de criollo. Aparentemente, parecía estar bien, pero su estado era muy delicado por un problema cardíaco. Aceptó a regañadientes la invitación y decidimos acompañarlo con Cáceres a la capilla. La actitud imperiosa y firme de la monja molestó profundamente a Cárdenas a tal punto que expresó algunas palabras despectivas y de subido tono contra ella porque lo obligaba a bajar las escaleras.
En el acto religioso, Cárdenas se mantuvo sereno y cumplió con las expectativas de la misa.
Al finalizar, regresamos al primer piso acompañándolo con todo cuidado porque el ascenso se hacía dificultoso por las escaleras. Al llegar a un recodo de la misma y frente a un amplio vitraux me llamó la atención que Cárdenas, agobiado por el calor reinante de aquel verano y mirando hacia afuera del ventanal, exclamara: ¡Qué obscuro está!
El día era de luminoso sol.
Sus ojos comenzaban a perder la visión y su alma a escaparse de la vida.
Arriba, en la sala, ya lo esperaba su mujer sentada sobre una cama vacía.
Esa misma tarde, Eugenio Cárdenas era sólo un recuerdo".
Eduardo Visconti: "Eugenio Cárdenas: un poeta olvidado" Revista Tango y Lunfardo Nº 52, febrero 23 de 1990.
Ave cantora; tango ("E. Cárdenas" - R. Rossi)
Carlos Gardel - Guitarras: José Ricardo-Guillermo Barbieri
Grabado el 11 de octubre de 1925
Nacional 18149b/3275